Niñas, niños y adolescentes: una de las poblaciones más afectadas durante la pandemia

Los menores han sido uno de los grupos más impactados por la pandemia, manifestando graves consecuencias en su salud mental y reflejando señales de alerta a través de la presencia de dificultades cognitivas y fragilidades en la socialización.

Bogotá, agosto 2021-. Luego de un año y medio de pandemia y mientras el país atraviesa por una reactivación económica total, diversos sectores han retornado a sus actividades en medio de la ‘nueva normalidad’. Pese a esto, el Dr. Jorge Eslava Cobos, neuropediatra y director del Instituto Colombiano de Neurociencias en el último webinar de Afidro, denominado el “Impacto de la pandemia en la salud mental de niños y adolescentes” afirmó que este grupo poblacional continúa alejado de la realidad y sufriendo las consecuencias del confinamiento.

Teniendo en cuenta que el cerebro es un órgano que se construye todos los días a partir de lo que conocemos como plasticidad cerebral, el curso de experiencias sucesivas es indispensable para su desarrollo. Sin embargo, a partir de la pandemia, el Dr. Eslava señala que estas fueron puestas en pausa o fueron reemplazadas por experiencias negativas o traumáticas.

En este sentido, a través de un estudio realizado por el Instituto Colombiano de Neurociencias que buscó medir en un principio el impacto de la pandemia y del confinamiento en los niños y adolescentes, se pudo evidenciar que el 88% de ellos presentaban algún signo relacionado con la salud mental y el comportamiento.

“Para los adultos signos como que un niño se aburra, que sea más desordenado o que esté muy activo no son muy importantes. Los dejamos encerrados porque creemos que son tonterías, pero no entendemos que los niños no tienen acceso a ningún otro mecanismo, que no sea su propio comportamiento, para expresar la magnitud de su problema”, apuntó el experto.

De esta manera, el especialista indica que frente a todo esto, los niños y adolescentes han tenido que atravesar un gran reto en términos afectivos y emocionales, dejando como resultado una enorme cantidad de consecuencias de las cuales solo se podrá medir su verdadero impacto más adelante. En el caso de los adolescentes, los elementos que más llaman la atención son los referentes a la socialización, que van desde la manera en cómo aprende a conseguir respeto y un espacio social entre sus pares, hasta el descubrimiento de gustos, aficiones y habilidades.

Por otra parte, en el otro extremo, el especialista advierte que incluso los recién nacidos en situación de pandemia tendrán un alto impacto emocional, en tanto que muchas madres estaban atravesando por grandes dificultades y el vínculo emocional en el que normalmente se transmite calma, se vio contaminado por situaciones de estrés, tensión y ansiedad, elementos a los que los bebés son altamente susceptibles, según el neuropediatra.

“Desde cualquier extremo del que sea visto, se pueden encontrar cualquier cantidad de posibilidades de impacto, cuya mayor o menor intensidad habrá dependido de las realidades propias de cada niño y adolescente y de la calidad de los entornos protectores que tuvieron”, agrego el Dr. Eslava.

¿Cómo identificar señales de alarma?

Para el neurólogo, pese a la disminución y casi desaparición total de las restricciones, actualmente el panorama continúa siendo el mismo en tanto que el sufrimiento de los niños se mantiene. Sin embargo, partiendo del supuesto que no debería haber niños completamente confinados como hace un año, el Dr. advierte que lo que será más visible serán secuelas del miedo, la ansiedad o la depresión. “El niño a quien se le ha inculcado que todo lo que está afuera es una posible amenaza puede llegar a rechazar el contacto social porque teme que lo contagien. Son niños que manifiestan secuelas de pánico y angustia”.

Así mismo, el especialista señala que es necesario detectar posibles retrocesos en habilidades académicas y en sus logros de aprendizaje, no solo en saber un tema o una materia sino en tener una habilidad, pues si bien ante pausas como las vacaciones los niños olvidaban ciertos conceptos, en la actualidad esas pausas fueron de más de un año, por lo que elementos académicos pueden ser un indicador fundamental de que hay un vacío.

Por otra parte, otra señal de alarma que se debe tener en cuenta es el comportamiento de los niños y adolescentes en sus contextos sociales, verificando que, si antes de la pandemia tenían la facilidad de ingresar a nuevos grupos sociales, de hacer nuevos amigos y mantenerlos, esta característica no se haya visto afectada.

“Entramos en una especie de hibernación en la que nos acostumbramos a que la cotidianidad está en pausa y eso se reflejó en todos los grupos poblacionales. Asumimos que para los niños salir de ahí es automático, que solo es decir se acabó y todo vuelve a la normalidad, pero los cierto es que muchos se están quedando en ese estado de hibernación”, explica el especialista.

Ante esto, la recomendación que plantea el experto es entender que llegarán niños y adolescentes con diferentes realidades que deberán ser identificadas y posteriormente atendidas no solo en términos académicos sino también emocionales y sociales. “Tenemos la tarea como adultos de cuidarlos, pero también de brindarles un ambiente protegido desde el punto de vista emocional, poderles transmitir el mensaje de que, si bien hay un riesgo, este tiene un tamaño determinado y existen varias maneras de protegerse ante él”.

“No tiene sentido sacrificar a nuestros niños en aras de una búsqueda del 100% de seguridad que no vamos a conseguir y que, en cambio, condenemos a nuestros niños y al futuro que ellos representan. Hay que tener un equilibrio en que lo que es factible y lo que uno quisiera”, concluyó el Dr. Eslava

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